Esta semana ha sido noticia la detención del expresidente de la patronal CEOE y el exdirector de Marsans, Gerardo Díaz Ferrán, acusado por el juez de diseñar “una estrategia para alzarse con sus bienes aparentando insolvencia patrimonial”. Es decir, que urdió la venta de gran parte de su patrimonio, con trampas procesales, para que salieran a subasta judicial la menor cantidad de bienes, en detrimento de sus empleados y acreedores.
Partiendo del derecho a la inocencia que asiste al Sr. Ferrán hasta que sea juzgado, parece que asistimos a una de las “estafas” más significativas de la reciente historia económica española, haciéndonos reflexionar sobre la responsabilidad moral de los empresarios.
El empresario tiene la responsabilidad moral y el papel social de contribuir al desarrollo económico. Al desempeñar este papel, el empresario puede ciertamente, además de producir desarrollo, contribuir al progreso humano; pero esto dependerá de la ética que inspire sus propios comportamientos. Quiere ello decir que existen unas referencias éticas mínimas, a las que el empresario deberá atenerse siempre como agente del desarrollo.
La empresa que no produzca beneficios está en contradicción con su objetivo, y ello es una responsabilidad moral ya que favorece que se mejoren las condiciones de vida. Sin embargo, esta responsabilidad tiene sus límites naturales: la obtención de beneficios a través del robo, -como parece que en este caso ha sucedido-, da lugar a la explotación del hombre por el hombre.
Todo empresario tiene el deber ético de inspirarse en los valores funcionales del desarrollo económico (eficiencia, eficacia y productividad) pero en compatibilidad con los valores universales de justicia, libertad, solidaridad, etc.
Existen grandes esferas éticas en el ejercicio de la función del empresario que este ha de respetar:
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la responsabilidad laboral (ante los empleados que están aportando sus destrezas al desarrollo económico)
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la responsabilidad económica (en hacer el mejor uso posible de los recursos económicos necesarios de consumo distribuyendo equitativamente los recursos producidos)
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y la solidaridad (no malgastando los recursos a sus alcance y pagando sus impuestos)
Sin duda alguna, no podemos generalizar al resto del colectivo empresarial los comportamientos contra la responsabilidad moral del empresario del Sr. Ferrán, pero si hemos de llamar la atención a los empresarios de las consecuencias sociales de no asumir dicha responsabilidad..
Antonio Peñalver