domingo, 18 de septiembre de 2016

El ocaso de la Formación


Resultado de imagen de ocasoDesde que llegó la crisis del 2007, -y aunque estos dos últimos años disfrutamos de una pequeña recuperación económica-, los presupuestos de formación de las organizaciones han disminuido drásticamente: mucho más de la mitad de cuando comenzó dicha crisis. Por ejemplo, en las empresas del Ibex, -de las que, por cierto, somos proveedores de algunas de ellas-, en algunas solo se invierte lo que se puede recuperar de la cuota de formación a través de la Fundación Tripartita. No estoy generalizando, es la realidad en más del 90% de las empresas.

El que la formación sea un gasto variable contablemente, -a pesar de que la Reforma laboral diga que las empresas tienen que invertir 28 horas de formación por empleado al año-, es la principal justificación de esta drástica desinversión. Otras razones pueden ser que los responsables de recursos humanos no tienen influencia (y lo que sería peor, interés) en promover la calidad de los empleados y el que los consejeros delgados, asesorados por los pobres directores financieros, consideren que la formación no sirve para mucho.

Como contraprestación, sabemos que el e-learning ha crecido en las organizaciones en detrimento de la formación presencial porque, principalmente, es mucho más barata. Y, sin embargo, sabemos que para el desarrollo de habilidades no es tan eficaz como la formación presencial. Existen multinacionales del Ibex que hablan de Universidad Corporativa y solo disponen de un LMS (ni siquiera LCMS). Digámoslo claro: las ventajas de las nuevas tecnologías han empobrecido la calidad de la formación. Los aspectos cognitivos pueden desarrollarse a través del e-learning, pero las habilidades solo pueden desarrollarse con la práctica. No es que critique al aprendizaje on line, lo que sucede es que se está abusando en detrimento del resto de canales: en el puesto de trabajo, presencial o mentoring

Sin embargo, las empresas para ser competitivas, en un entorno de continuo cambio e innovación, se encuentran con la realidad de que los conocimientos han de renovarse en un periodo máximo de tres años. Un estudio internacional reciente de PWC habla de que la guerra del talento ha llegado a la formación ya que las personas quedan obsoletas en muy poco espacio de tiempo por la revolución digital, la innovación tecnológica y la renovación funcional (por los cambios en la oferta de servicios y productos).

Dado por hecho que la formación es un factor estratégico para favorecer la competitividad de las organizaciones, la realidad actual sobre la inversión en la misma resulta un fracaso y un anticipo de la falta de competitividad de las organizaciones a medio plazo y largo.

Los responsables de este fracaso son muchos: el Gobierno (que no exige invertir en formación), los responsables de Recursos Humanos y Formación (que no tienen, como mínimo, influencia organizativa) y los Consejeros Delegados (que no valoran la importancia del Capital Humano).
Solo aquellas empresas que consideren la formación como una ventaja estratégica, -y, por lo tanto, una inversión-, lograran ser competitivas a medio y largo plazo.
Antonio Peñalver

2 comentarios:

  1. Yo también pienso que las empresas no invierten lo suficiente en formación para sus empleados. Debemos ver que aunque tenga un coste elevado, esto permitirá en un futuro generar mejores resultados; quizás a medio o largo plazo. Es necesario que las empresas se conciencien respecto a ello, puesto que no solo beneficiará a los trabajadores, sino que mejorará la productividad de sus empresas y así conseguirán estar por encima de aquellas organizaciones que no se reciclan constantemente. Es la era de la digitalización, y quién no se forme quedará obsoleto, quedará el último en esta carrera.

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  2. Yo creo el planteamiento está mal en su totalidad,no sólo el que vean la formación como un gasto y no como una inversión. La nueva forma de dar esa formación es online, y la mayoría de las veces la tienen que hacer los empleados fuera del horario laboral, por lo que la hacen sin interés alguno. Ya no sólo es la nueva forma de enseñar, sino que no la ponen en práctica, porque no cambian ni de puesto de trabajo , ni de forma de hacer las cosas , por lo que está formación cae en saco roto.

    Creo que deberían no sólo cambiar la forma de ver las cosas, si no el planteamiento de cómo hacerlas.



    Rocío González Bustos
    Alumna liderazgo y management uah

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