Antecedentes
En España hay más de 10 millones de pensiones; de las cuales, la mayoría
son contributivas (con una pensión media de cerca de 1000 euros y en donde los
nuevos jubilados cobran ya 175 euros más que los nuevos contratados), medio
millón no son contributivas y algo más de medio millón, son clases pasivas.
En España, cada vez nacen menos hijos y se jubila más gente con mayor
esperanza de vida, por lo que el equilibrio de financiación de las pensiones está
más que comprometido. De hecho, el gasto de las pensionessupone, ya, más del 39% de gastos del Estado. Y, actualmente, el déficit anual de las pensiones se incrementa en mas 10.000 € al año.
El peso del gasto en pensiones representa ya más del 43% del presupuesto
de gastos del Estado. Eso es una auténtica barbaridad para cualquier Estado que
quiera hacer inversión pública. Esto es mas grave en España si, además, le
sumamos el coste de los más de 3 millones de empleados públicos (mayor, por
ejemplo, que en Alemania) y el coste de la deuda pública.
Por lo tanto, de seguir así, la financiación del estado español podemos
asegurar que es inviable en el medio plazo.
Para confirmar que esta afirmación es objetiva, podemos ver que, actualmente,
en España solo hay 2 cotizantes en activo por pensionista; Y que los
pronósticos alertan de que, -siguiendo la tendencia demográfica actual-, en 2.050
la ratio de cotizantes por pensionista será cercano a 1.
Por la tanto, el régimen actual de la Seguridad Social, -siendo
actualmente deficitario (con un déficit cercano a 30.000 millones de euros)-, es
incapaz (y lo será aún más) de soportar el coste de las pensiones, salvo que se
tomen medidas drásticas y urgentemente.
Alternativas para obtener un sistema sostenible las pensiones
A priori, parece que la solución sencilla sería incrementar, vía
impuestos directos y paulatinamente, la aportación de los empleados en activo;
como proponen el PSOE y Unidos Podemos. Sin embargo, como ya hemos comentado,
cada vez habrá menos personas activas, incrementándose el déficit del Estado dramáticamente;
y ello, sin contar con que venga un nuevo entorno de crisis, como es previsible.
Por otro lado, incrementar las pensiones con el IPC, -como propone el
Pacto de Toledo y, en especial, los partidos de izquierda-, supondrá tener que
financiar el déficit de cobertura de las mismas con más impuestos, disminuyendo
el ya mermado poder adquisitivo de las clases medias y medias bajas, así como
la capacidad de inversión de las mismas hasta un nivel insoportable.
Si queremos mantener el poder inversión de las clases medias, -que tanto
han sufrido con la pasada crisis-, son pocas las alternativas que el Estado
tiene para actuar sobre este tema con recetas clásicas e impositivas, salvo que
sea valiente. En este sentido, propongo las siguientes alternativas:
·
En primer
lugar, ligar el incremento de las
pensiones a la productividad de la economía y no al IPC. Cualquier persona jubilada
tiene que mantener su poder adquisitivo, no por el índice de precios, sino por
la contribución de la economía al crecimiento económico real del poder
adquisitivo. Ligar el incremento de las pensiones al indice de precios,
exclusivamente, promueve personas improductivas.
·
En segundo
lugar, reducir de los gastos del Estado
para tener más capacidad de financiación de las pensiones. Todos somos
conscientes de que Estado de las autonomías ha creado un gran “leviatán”,
imposible de financiarse. Con independencia de las iniquidades que pueda tener
un Estado tan duplicado en sus funciones (que, por cierto, son muchas), una
administración mas ajustada (y, seguramente, mas coherente y eficaz), permitirá
una mejor financiación de las pensiones.
·
En tercer lugar,
se ha de reducir el importe real de las
pensiones y, a su vez, alargar la edad de jubilación cuanto sea posible. No
olvidemos que la media de vida de los españoles se está alargando. Por un lado, no es factible revalorizar las
pensiones sin criterios de productividad y, por otro lado, es necesario reducir
el coste de las pensiones.
·
En cuarto
lugar, hemos de pedir coherencia, además de valentía, a los políticos no pudiendo
tener el privilegio de poder retirarse con la pensión máxima cotizando tan sólo
siete años. Los políticos, por
coherencia, han de cotizar con los mismos criterios que se aplican al resto de
ciudadanos.
Es más, no es posible que los políticos
españoles acumulen indemnizaciones por cese de actividad, la percepción de
pensiones máximas y sueldos de forma simultánea con apenas unos años cotizados.
Sin duda, se califica por si misma esta practica de los partidos rancios de la
democracia actual, que nos han llevado hasta niveles de endeudamiento
insoportables, han generado un desempleo brutal (sobre todo para los jóvenes y
los más seniors), han permirtido una precariedad salarial (que roza la pobreza)
por falta de modelo económico y que llevan en sus entrañas la corrupción.
·
En quinto
lugar, es necesario racionalizar la
percepción actual de las pensiones en
función de, por un lado, su complementariedad con otras y, por otro lado, de
situación perentoria de algunas personas. Por ejemplo, haría un análisis profundo
de las pensiones de viudedad; en donde seguro podemos encontrar situaciones de
personas viudas/os que mantienen una relación de convivencia estable con otras
personas en activo y situaciones donde la viuda/o tiene una situación económica
muy comprometida.
·
En sexto lugar,
hacer cotizar a la Seguridad Social a determinados
tipos de robots que están sustituyendo a personas en algunos empleos. O, al
menos, que aporten vía impuestos al erario cantidades significativas que
permitan completar las políticas sociales, entre ellas el sostenimiento y
mejora del sistema público de pensiones.
·
Y en sexto
lugar (y no, por ello, menos importante) y pensando a largo plazo, -con un periodo
lógico de transición-, parece lógico favorecer
e, incluso, obligar, la aportación de los trabajadores pensiones privadas de
forma complementaria a la estatal. La idea fuerza es que, -sin destruir el
actual Estado del Bienestar Social y con un sistema de capitalización estatal de
las pensiones, pero adaptándolo a su capacidad actual de financiación-, se promueva
una financiación obligatoria y fiscalmente rentable de la aportación personal
privada y complementaria a las pensiones. En diez años, el peso de las
pensiones privadas obligatorias, como complemento de las pensiones públicas, tendría
que representar un 15%, aproximadamente, lo que mitigaría el impacto del previsible
incremento del índice de precios de la vida.
Antonio Peñalver
Socio director de People First
Consulting
www.peoplefirstconsulting.es
Está muy bien traído. Algunas sugerencias más: quitar de la seguridad social las pensiones no contributivas; que coticen también determinados tipos de robots y drones; que se revise profundamente la pensión de viudedad, para que sea más asistencial, menos "compatible", menos pensiones de viudedad y con importes más altos para quienes de verdad lo precisan.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos, por tus comentarios que incluyo en este post: Además, también, he incluido otras reflexiones posteriores que he realizado tras conversaciones con expertos al respecto y que, también, me parecen interesantes. Un cordial saludo,
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